"YO SOY EL BUEN PASTOR" (Juan cap. 10: 7-18)
Los hombres como criaturas son llamados ovejas de su prado, la iglesia de Dios en el mundo es el redil de sus ovejas y el buen pastor es nuestro Señor Jesucristo. El conoce individualmente a cada una de sus ovejas, las cuida por su providencia, las guía por su Espíritu, las alimenta por su Palabra, y a diferencia del ladrón que solo viene para robar, matar y destruir, Él les da vida nueva y en abundancia. Las ama tanto, que dio su preciosa vida por ellas en la cruz del calvario movido por su amor sin límites y más aún, va delante de ellas como los pastores orientales de antaño para ponerlas en el camino y protegerlas del mal tiempo, los ladrones y animales salvajes.
¿Que mayor satisfacción podremos tener en la vida si el buen pastor, tierno y vigilante, es nuestro Señor Jesucristo? ¿Que mayor seguridad podremos experimentar, si gozamos del cuidado y de las preciosas promesas de Jesús nuestro redentor, creador y sustentador del universo?
Querido amigo(a): ¿Aun no conoces de manera personal al Señor Jesucristo? ¿caminas solitario por sendas escarpadas, valles tenebrosos y cenagosos? Escucha la voz de Jesús que te dice: " Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas." (Juan 10:11) Déjate guiar y cuidar por Jesús, el buen pastor, el quiere llevarte a salvo al otro lado de la montaña, a lugares deleitosos, Él te sustentará con su callado, te guiará con su vara hacia verdes y delicados pastos y tierras fértiles. ¿Aceptarás esta vida nueva que te ofrece Jesús?
Nada en este mundo se puede comparar a las aguas de reposo, los arroyos de consolación del Espíritu Santo que fluyen de la fuente misma de agua viva, a las cuales son conducidos los santos, las ovejas de su redil y nada puede igualarse en esta vida al deleite y gozo inefable de andar en la senda de la justicia siendo pastoreados por el mismo Jesús y decir: "Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento." (Salmos 23:1 - 4) ¡Amén!